Cuando las restricciones de la pandemia aminoraron, cuando nos permitieron reunirnos en espacios abiertos, Isidora Goyenechea fue de las primeras calles que se llenaron de mesas prácticamente rasando los automóviles. Por un lado, era tal nuestra desesperación por volver a salir que estábamos dispuestos a aceptar cualquier condición; por el otro, está instalada en la cabeza de los santiaguinos que en Isidora hay tiendas de diseño, de ropa, pero especialmente, que ahí se come y bebe bien.

Con tantos y tantos restaurantes y bares exitosos alrededor, todos con accesos perfectamente visibles desde la calle, ¿Cómo hace un espacio generoso y acogedor, pero de alguna manera ‘hundido’ en un seudo subterráneo, como Isidora 3000 para cautivar al público?

Repensar este recinto de valor indiscutible, tanto urbanística como comercialmente, rescatarlo de una cierto declive, y proponer algo más acorde con los tiempos y las nuevas dinámicas en torno a comer y compartir fueron las misiones que se asignaron a Francisco Fernández, gerente de Desarrollo inmobiliario de Grupo Urbana.

‍

Él nos cuenta que una de las primeras operaciones fue despejar la visión y crear un acceso mucho más amable material y formalmente, que invitara a adentrarse en un recinto que la gente creía conocer, pero que se iba a transformar al punto de ser irreconocible. Los meses de pandemia habían sido un periodo para reevaluar lo que tenían en las manos y de pensar en formas más innovadoras de aprochecharlo. Decidieron adoptar un modelo que se expande por todo Santiago, la idea de un polo o un hub, donde la coexistencia no va en desmedro de los diversos emprendimientos que participan; por el contrario se potencian sin canibalizarse. 

‍

Recorriendo estos casi dos mil metros cuadrados que son el Mercado Isidora cuesta recordar las tiendas y restaurantes que estuvieron aquí antes. El simple descubrimiento de que muchas muros no eran estructurales y podían desaparecer transformó completamente la noción de este espacio. Hoy es una especie de planta continua en que se suceden los restaurantes Tanta, Muu Steak, Cantina Isidora y Margó; sin separaciones abruptas, pero cada uno con un estilo distinguible dado por la decoración y el interiorismo. 

Grupo Urbana administra esta propiedad, que incluye además el Hotel W y sus departamentos, y recurre a verdaderos expertos en levantar propuestas gastronómicas exitosas. Mil sabores, responsables de Santiago Open Gourmet y más de 60 restaurantes, actúa como operador en Marcado isidora. Francisco Fernández, gerente de Desarrollo inmobiliario de Grupo Urbana explica que la idea detrás de todo el concepto fue la del "espacio y sentido de pertenencia". De acuerdo a lo que pudimos ver en su marcha blanca, tiene. todo para lograr ese objetivo.

‍